9211.- Los estragos de la narcosis de ese frenesí por el deporte y el consumismo a ultranza como síntoma de la superficialidad que estraga un país y que en general reina la barbarie cultural, hace que la humanidad palpite en su interior como el mar en sus mareas en el ir y venir sin descanso, donde el horizonte separa la Tierra del cielo tachonado de estrellas.
9212.- La realidad per se alcanza su máximo poder expresivo, y nada más con eso podría bastar para aceptarla, pero su percepción e interpretación que cada quién hace, marca el desacuerdo y la variedad de su manifestación.
9213.- A la orilla del mar en el rango en que las olas cubren con su agua espumosa cuando la Tierra gira y el sol queda oculto por el horizonte, las sombras se alargan al igual que las figuras de las pinturas del Greco, produciéndose en el cielo en ocasiones, abigarradas formas de las nubes con haces de luces corpusculares.

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